ANÁLISIS: Lo que hay detrás del nuevo nombramiento del Vaticano en Venezuela
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Aunque el nombramiento de Basabe parece públicamente una degradación, en realidad podría significar que se le está confiando la delicada tarea de reparar las relaciones entre la jerarquía local y la dictadura de Maduro.
Edgar Beltrán | Pillar Catholic
El 31 de octubre, el Papa Francisco nombró a Monseñor Hugo Basabe como Arzobispo de Coro, Venezuela.
Los nombramientos episcopales en Venezuela no suelen ser noticia de primera plana, pero una serie de extrañas circunstancias hacen que este nombramiento sea bastante peculiar.
Desde 2017, monseñor Víctor Hugo Basabe, de 62 años, es obispo de San Felipe, una pequeña diócesis en la región centro occidental del país. Desde 2020, también se desempeña como administrador apostólico de Barquisimeto, la cuarta arquidiócesis más grande del país, después de Caracas, Maracaibo y Valencia.
En general, se creía que Basabe no había sido nombrado oficialmente arzobispo de Barquisimeto porque el régimen venezolano no le había dado el plácet requerido por el acuerdo que regula las relaciones Iglesia-Estado en Venezuela, en gran parte porque el obispo es conocido por ser un opositor vocal de la dictadura de Nicolás Maduro.
El hecho de que ahora sea nombrado en la Arquidiócesis de Coro – que se considera una arquidiócesis más por razones históricas que por su tamaño actual – es doblemente extraño, ya que la medida crea una doble vacante en un país en el que es notoriamente difícil para el Iglesia para realizar nombramientos, debido a la constante oposición del régimen de Maduro.
Entonces, ¿podría haber algo más detrás del nombramiento?
Normalmente, el nombramiento de un administrador apostólico es una medida temporal, pero en Venezuela se ha convertido en los últimos años en una forma para que el Papa Francisco realice nombramientos episcopales algo controvertidos en el país.
Un concordato de 1965 entre Venezuela y el Vaticano exige que, antes del nombramiento de un obispo en el país, la Santa Sede “enviará el nombre del candidato al Presidente de la República, para que éste manifieste si tiene alguna objeción de carácter general o carácter político para oponerse al nombramiento”.
«En caso de tales objeciones, la Santa Sede indicará el nombre de otro candidato».
En términos simples, Nicolás Maduro tiene derecho a negarse a aceptar el nombramiento de cualquier obispo diocesano en Venezuela, pero no puede impedir el nombramiento de administradores apostólicos, que tienen los mismos poderes que un obispo, incluso si tienen un nombramiento técnicamente temporal.
En Venezuela, “temporal” se ha convertido en un término flexible. Por ejemplo, el cardenal Baltazar Porras fue administrador apostólico de Caracas durante casi cinco años hasta que fue nombrado oficialmente arzobispo en enero de este año.
Basabe ya había servido como administrador apostólico de Barquisimeto durante tres años antes de su nombramiento en Coro.
Cuando fue nombrado administrador apostólico de Barquisimeto, se presumió que el Papa quería que fuera arzobispo, pero no obtuvo el placet de Maduro, por lo que como había sucedido anteriormente con Porras, permanecería en su cargo de manera temporal.
Durante su tiempo al frente de la Arquidiócesis de Barquisimeto, también se especula que Basabe jugó un papel importante en traer orden a la diócesis de Carora, sufragánea de Barquisimeto, donde durante años hubo serios problemas de disciplina sacerdotal.
En medio de acusaciones de desobediencia y violaciones a la castidad en la diócesis de Carora, el obispo Luis Armando Tineo Rivera suspendió a tres sacerdotes, lo que llevó a que casi la mitad del clero de su diócesis lo acusara de autoritarismo, clasismo y mala administración.
Tineo renunció en 2020 a la edad de 72 años, oficialmente por razones de salud, y se mudó a España, pero muchos creyeron que se fue porque miembros del clero y fieles de la diócesis presentaron una fuerte oposición a su intento de imponer disciplina y mantener unida a la diócesis.
Luego de dos años de gestión apostólica por parte de un arzobispo retirado, un sacerdote escolapio venezolano que llevaba 15 años en Bolivia y era obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Cochabamba fue nombrado entonces obispo de Carora. Se cree que Basabe podría haber jugado un papel en el nombramiento.
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Un obispo contra la dictadura
En enero de este año, Basabe atrajo la atención mundial cuando aprovechó su homilía en la procesión de la Divina Pastora -un evento que normalmente reúne entre 1 y 3 millones de personas- para criticar duramente a la dictadura de Nicolás Maduro por su corrupción, falta de atención a la pobreza y la falta de libertad en el país. La homilía le valió amenazas de prisión por parte de Diosdado Cabello, número dos del régimen venezolano.
Con el perfil de Basabe, influyendo en las diócesis sufragáneas de Barquisimeto y tomando la delantera como crítico de la dictadura de Maduro, y con su amplia experiencia pastoral en zonas rurales y su profunda formación teológica en Roma, muchos pensaron que el Papa Francisco insistiría en mantenerlo en el cargo. como administrador apostólico de Barquisimeto hasta que eventualmente pudiera ser nombrado arzobispo.
En cambio, el nombramiento de Basabe en Coro parece a muchos una especie de degradación.
La Arquidiócesis de Coro es pequeña para una arquidiócesis. Fue la primera diócesis de Sudamérica, fundada en 1531. Sin embargo, apenas cuenta con 500.000 fieles y 39 parroquias (casi las mismas que San Felipe, que anteriormente dirigió Basabe) y una sola diócesis sufragánea.
Barquisimeto, por su parte, es la cuarta diócesis más grande del país con 1,1 millones de católicos y cuatro diócesis sufragáneas.
Es, pues, una jugada extraña para un alfil de su perfil, pero hay varias explicaciones posibles.
La primera podría ser que Francisco simplemente se haya cansado de esperar el placet del régimen de Maduro para que Basabe asumiera formalmente el cargo en Barquisimeto, y el Papa prefiriera darle un nombramiento permanente, incluso si eso significara en una arquidiócesis más pequeña.
Sin embargo, esta hipótesis tiene una complicación: la medida de Basabe deja dos sedes vacantes en Venezuela, incluida una de las arquidiócesis más grandes del país. Esta no es una consideración menor en un país donde cubrir una vacante arquidiocesana puede ser una lucha que dura varios años, como lo han demostrado Basabe y el Cardenal Porras.
El nombramiento también podría interpretarse como una señal de debilidad por parte de la Santa Sede hacia Maduro, dejando al dictador venezolano tentado a seguir reteniendo el consentimiento a cualquier futuro candidato a la arquidiócesis de Barquisimeto hasta que se le ofrezca un nombre que considere aceptable.
De hecho, el escenario que se ha desarrollado en Barquisimeto podría ser adoptado por el gobierno como modelo de estrategia para la joya de la corona del país, la Arquidiócesis de Caracas. El cardenal Porras tiene ya 79 años y el Papa podría aceptar finalmente su dimisión en cualquier momento, dejando vacante la arquidiócesis.
De hecho, 10 de las 27 diócesis del país están dirigidas por obispos de 72 años o más, mientras que la tercera arquidiócesis más grande del país, Valencia, ha estado vacante desde finales de 2022.
Complicaciones en el futuro
Todo esto podría crear una situación complicada para la Iglesia en Venezuela.
Históricamente, más allá de la retórica anticatólica y revolucionaria, tanto Maduro como su predecesor, Hugo Chávez, han respetado la gran mayoría de los nombramientos episcopales de la Iglesia en el país. La situación con Basabe podría ser una señal de que este respeto implícito podría estar a punto de terminar, con Maduro insistiendo en una mayor influencia en la composición del episcopado venezolano en los próximos años.
Otra posible interpretación de los acontecimientos recientes necesitaría considerar el papel que los obispos han asumido en zonas críticas del país en medio de la debacle social en Venezuela.
El régimen de Nicolás Maduro ha visto una pérdida de control casi absoluta en algunas regiones del país, especialmente en las fronterizas y costeras, donde grupos armados de diferente naturaleza han tomado el poder, incluyendo guerrillas, narcotraficantes, bandas armadas y grupos mineros ilegales.
Estos grupos suelen estar mejor armados que las propias fuerzas armadas venezolanas, razón por la cual pueden resistir eficazmente la autoridad del Estado venezolano.
Sin embargo, curiosamente hay una autoridad que estos grupos suelen reconocer, o al menos respetar: la Iglesia.
Por esta razón, en estas regiones, los obispos y párrocos locales se han convertido en autoridades informales, mediando en conflictos entre las fuerzas armadas, la policía y diversos grupos irregulares.
Más allá de la retórica antieclesiástica, el régimen venezolano ha visto en la Iglesia un aliado para mediar con estos grupos y alcanzar, en ocasiones, una tregua informal en la que la Iglesia local actúa como interlocutora y mediadora.
Basabe, conocido por su integridad personal y fuerte personalidad, podría desempeñar este cargo en Coro, ubicado en el estado Falcón, en la frontera noroccidental de Venezuela y parada clave en las rutas del narcotráfico hacia las islas del Caribe y Estados Unidos.
Aunque el nombramiento de Basabe parece públicamente una degradación, en realidad podría significar que se le está confiando la delicada tarea de reparar las relaciones entre la jerarquía local y la dictadura de Maduro sirviendo como autoridad moral local frente a los grupos armados irregulares en su diócesis. .
Las verdaderas razones del nombramiento de Víctor Hugo Basabe a la Arquidiócesis de Coro probablemente nunca serán confirmadas con certeza.
Pero las preguntas en torno a la decisión demuestran la complicada tarea que enfrentan el Papa Francisco y el Dicasterio de Obispos al nombrar obispos en Venezuela en los próximos años.
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