La historia del etarra que se siente traicionado por Nicolás Maduro

Miembro de Ekin, con una orden de busca y captura, le piden sus papeles españoles en regla para quedarse. Y ni él ni su madre se lo creen. «En Venezuela no hay socialismo», dicen.

Ángeles Escrivá | EL MUNDO

El mundo del etarra Asier Guridi Gari es un mundo de desengaños y contradicciones. Si alguien le hubiese dicho hace unos años a este terrorista con una orden de detención internacional pendiente que iba a pedir a gritos ante el consulado del Reino de España que le dieran el pasaporte español, hubiese pensado que le estaban tomado el pelo. Pero así ha sido y es la segunda vez. Durante 36 días ha desplegado su chiringuito en la Plaza de la Castellana de Caracas, a unos metros de la dotación diplomática española y ha suplicado de todos los modos posibles que le den los papeles españoles. Ha protagonizado dos huelgas de hambre, ha mandado correos electrónicos al cónsul, dice que se ha reunido con él…

Su pretensión es que el régimen de Maduro le proporcione los documentos necesarios para quedarse en Venezuela y poderse llevar allí a su mujer y a su hijo, pero las autoridades bolivarianas le han venido recordando que necesita tener la documentación española en regla y él no ha dudado en hacer cualquier cosa para conseguirlo.

En realidad, la suya es una situación similar a la de las decenas de miembros de ETA huidos que, cuando la organización terrorista fue derrotada, asumieron que no tenían más remedio que pasar por las embajadas de los países en los que se encontraban para comprobar que no tenían causas pendientes y poder regularizar su situación asumiendo su ciudadanía española. Muchos de ellos llevaban viviendo en esos países de acogida o de huida tanto tiempo que no quisieron cambiar ya su domicilio pero sí quisieron saber que podían regresar. Venezuela era uno de sus santuarios. Allí se cobijaron una veintena de terroristas, incluido el asesino De Juana Chaos. Alguno de ellos con 20 asesinatos atribuidos, y al menos 15 han regresado en los últimos 10 años al País Vasco; también el famoso Cubillas.

Guridi no quiere volver. Aunque él dice que lo que ocurre es que el Estado quiere vengarse por su «lucha a favor de una Euskal Herria libre y socialista», sabe que si vuelve es posible que le detengan y que acabe en prisión. Por eso llama «fascista» al Estado español. Pero lo que le reconcome las entrañas es que el Estado venezolano que les ofreció todo tipo de facilidades, le plantee exigencias.

Y es en este punto donde, aparentemente, no parece calibrar bien las características del lugar donde se encuentra. «Esta situación ha servido para que la gente abra los ojos y vea lo que ocurre. En Venezuela no hay socialismo», denunciaba su madre el otro día, cuando Asier decidió acabar su huelga de hambre, como si el régimen fuese el sumun de las libertades y los ciudadanos tuvieran derecho a quejarse. Guridi y su madre todavía están asimilando que, quizás Maduro, si se le critica un poco, tampoco es de los nuestros.

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Asier Guridi fue detenido por primer vez el 15 de diciembre de1992 en un puesto de control. Siempre aseguró que el arresto de su profesor de música fue lo que hizo que le hirviera la sangre y decidiera formar parte de Gestoras, de las juventudes de ETA y acabara quemando coches y cajeros en el comando Txantxi. Salió de prisión en 1997 y su nombre volvió a estar en el radar de las Fuerzas de Seguridad cuando al detener a dos miembros de ETA en Francia, les fueron interceptadas fotografías suyas con las que iban a elaborar documentación falsa. En 2007, el Tribunal de París le condenó en rebeldía a dos años de prisión por su integración en la rama logísitica de ETA a junto a Thierry, uno de los negociadores de ETA con el Gobierno de Zapatero, de la línea dura. Guridi había sido miembro de EKIN, el núcleo que guardaba la ortodoxia y controlaba al resto de la izquierda abertzale para evitar desviaciones.

A esas alturas llevaba ya dos años en Venezuela donde fue detenido el 31 de septiembre de 2013. Fue una operación sorprendente en la que participaron también las policías de España, Francia. Se vendió como un hito de colaboración. Pero, a pesar de la orden de detención y entrega vigente en Francia Gari no fue extraditado. Las tres órdenes de detención emitidas por los tribunales españoles, hoy en día, no constan. La siguiente imagen es la suya manifestándose por las calles de Caracas a favor del asesino de Tomás Caballero. Y la de la huelga de hambre de diciembre gracias a la cual le fue concedido el estatuto de refugiado. Y la última, aquella en la que se muestra hundiendo estómago al estilo de De Juana en su segunda protesta sin comer. Los informes de la Cruz Roja muestran que a los quince días, su estado de salud era estupendo. Semanas después su familia sostiene que tuvo que ingresar de urgencia.

Las Fuerzas de Seguridad francesas y españolas son conscientes de que Maduro no va a crear un precedente entregándolo ni deteniéndolo por orden de las autoridades francesas. Así lo han escrito. Lo raro es que no le de los papeles por las buenas para, como él pide, no se le niegue «la identidad, que está privándome del acceso a una vida digna, al trabajo, a la personalidad jurídica y a la igualdad ante la ley; a casarme con mi pareja y a representar a mi hijo». Quizás que se siga mostrando tan en la línea ideológicamente ortodoxa de ETA, no le ayuda ahora entre los suyos. Y quizás Maduro se ha hartado de que sus tuits sobre los derechos humanos amparen a opositores a la izquierda del régimen. No vaya a ser que con tanta exigencia revolucionaria, acabe midiéndole las costuras a una prisión venezolana.

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Esta crónica de EL MUNDO, fue publicada con el título original de ‘El etarra huido a Venezuela que reclama sus documentos de español‘.

 

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