Cuando el paso del huracán, su mujer estaba embarazada de seis meses. Fueron los vecinos y amigos quienes les auxiliaron para que pudiesen construir, al menos, un cuartico de cartón.
Fue su mujer la que se movió para pedir ayuda en todas las instancias. El resultado de sus gestiones se materializó en 19 bolsas de cemento y 20 tejas de fibra. Además, le dieron una olla multipropósito que sólo les duro 15 días.
López Bulé es un veterano de la Guerra de Angola, en la que estuvo sirviendo casi tres años. Con 20 años, Félix pidió ir voluntario, justo en el peor momento de la guerra, en el frente sur. No es el único veterano en su familia, sus otros dos hermanos también participaron en el conflicto.
Al volver de la guerra, Félix se apuntó en la Asociación de ex combatientes de Guantánamo, de la que todavía conserva el carnet. Pero un incidente que le llevó a prisión (injustamente según mantiene) hizo que el jefe de la Asociación en la provincia lo expulsara de la misma. Según le dijo, un ex combatiente revolucionario no podía tener antecedentes penales y pertenecer a la Asociación.
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Como veterano de la Guerra de Angola, Félix no recibe ninguna ayuda. La miserable casa que ha logrado levantar con “matas de coco” está llena de hendijas y cuando llueve el agua entra por todos lados. Dentro, el piso es de tierra y apenas tiene muebles. Cocina con leña sobre unos ladrillos.
Hace tiempo su esposa rellenó una planilla para solicitar una vivienda a la que, en teoría, tendría derecho por ser madre de cuatro niños menores de edad. Pero nunca les han ofrecido ninguna, ni les dejan los materiales para levantarla ellos porque, dicen, no hay terreno.
Félix se busca la vida como pescador de jaibas y cangrejos, y con lo que siembra, “algunos conguitos”. Pero con lo que gana apenas le alcanza para subsistir, teniendo en cuenta que en la familia son seis, incluyendo un hijo con necesidades especiales.
Tras el paso del ciclón que echó por tierra su anterior vivienda, las autoridades no les dieron ropas ni útiles del hogar. Félix consigue almacenar el agua, gracias a un hermano suyo que vive en La Habana que le envió dos tanques de los azules.
Con una familia numerosa y operado de tres hernias, Félix se encuentra en una situación desesperada por no tener condiciones dignas de vida y no recibir ayuda de ninguna institución del Estado.
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