Análisis

Sin petróleo ni contrabando ni suficiente cocaína, Nicolás Maduro se sostiene con oro de sangre

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Sin petróleo ni contrabando ni suficiente cocaína, Nicolás Maduro se sostiene con oro de sangre

Ante la caida de sus habituales fuentes de financiamiento el chavismo se concentra en controlar por todos los medios posibles la actividad minera en el estado Bolívar, al sur de Venezuela

Redacción | Primer Informe

El régimen de Maduro enfrenta una serie crisis económica pues sus principales fuentes de ingresos del país, legales e ilegales, se han visto disminuidas en medio de la pandemia de coronavirus.

En los últimos años, en medio de la hiperinflación que se desató  en el país caribeño, el régimen chavista confiaba de cuatro fuentes de financiamiento. Una disminuida exportación de petróleo, remesas de sus ciudadanos viviendo en el exterior, el contrabando de combustible, el tráfico de drogas y el tráfico de oro.

Todas menos una de esas actividades se han visto seriamente afectadas por la crisis de la Covid-19 en el mundo: el comercio del oro.

Maduro depende hoy más que nunca de la extracción de este mineral, lo que ha significado que la existencia del precioso metal en el Banco Central de Venezuela se ha drenado a un ritmo frenético. Se calcula que tan solo en abril nueve toneladas de oro fueron extraidas del BCV dejando al país en un mínimo de 30 años de sus reservas.

Se estima también que parte de las reservas han sido entregadas a Irán a cambio de repuestos necesarios para activar las refinerías venezolanas.

La situación es apremiante y Maduro utilizar todos los recursos a su disposición para acelerar la reposición del oro y mantener un mínimo de solvencia económica que le permita maniobrar y conservar el poder. El chavismo se mueve con rapidez en esto y ha autorizado la práctica de la minería en seis ríos en el sureño estado de Bolívar.

Con esta acción, el régimen venezolano descarta las objeciones ambientales a esta acción que se enmarca en el proyecto el Arco Minero del Orinoco. La Asamblea Nacional, dirigida por el presidente interino Juan Guaidó se ha opuesto tajantemente a la iniciativa. Igualmente, las comunidades indígenas que habitan la zona han hecho lo propio y han recibido como respuesta el asesinato de al menos 13 personas pertenecientes a la etnia Yekuana.

También, a pesar de que el precio del oro en los mercados internacionales se ha incrementado, los compradores locales, entre los que se cuentan militares y funcionarios del chavismo, actúan en complicidad con las organizaciones criminales que ejercen un férreo control sobre las minas para maximizar sus ganancias y pagar a los mineros la mitad de los $30 que valen cada gramo de oro extraído.

Enre las organizaciones delictivas que actúan en la operación minera se encuentra el grupo terrorista colombiano Ejército de Liberación Nacional, que además ha unido fuerzas con los cuerpos de seguridad del régimen de Maduro para controlar aquellas minas que se encuentran fuera de su poder y han desatado una ola de violencia al sur de Venezuela.

Los movimientos de las fuerzas militares chavistas para ganar el control del sector El Perú de El Callao, en manos de una banda criminal dirigida por Jhon Valdez, alias El Toto, revelan la necesidad del régimen madurista de hacerse con la mayor cantidad de fuentes de ingreso.

Minería causa estragos en el ambiente y atenta contra las comunidades indígenas.

Y así como el chavismo se moviliza para detener a facciones criminales que no sean aliadas, los movimientos contra facciones militares que operan en el tráfico de oro de forma independiente también se han arreciado. Seis oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana fueron arrestados acusados de trabajar junto con Reiniero Alberto Murgueytio Bastardo, alias «El Ciego», quien anteriormente era un aliado del ex gobernador del estado Bolívar, el también chavista Francisco Rangel Gómez.

El control de la actividad minera ilegal en Bolívar siempre se ha movido en un delicado balance para satisfacer a facciones civiles y militares del chavismo. Las recientes movidas para eliminar la autonomía de las mafias locales reitera la urgencia de Maduro de controlar directamente la extracción de oro y oxigenar las agotadas reservas de financiamiento con las que cuenta.

Maduro sin dinero

El colapso de los precios del petróleo han llevado a que el crudo venezolano se cotice a mínimos de hace 20 años. A esto se suma que la industria solo pueda producir a una cuarta parte de la capacidad que tenía en 2008 tras 20 años de una pésima gestión del sector primero con Chávez y luego con Maduro.

Y no solo la industria petrolera venezolana ha decaído en su capacidad de extracción de crudo. Las refinerías están completamente paralizadas y el país depende de la importación de gasolina iraní para abastecer con deficiencia la demanda interna del combustible. El contrabando de combustible fuera de Venezuela, otrora una actividad lucrativa para las mafias que funcionan dentro del sistema chavista, también dejó de existir.

Las remesas que envían los venezolanos desde el exterior hasta es país también han sido golpeadas por el cierre económico global. Durante 2019 esta fuente de ingresos representó 3.500 millones de dólares que ingresaron al país, pero en marzo pasado las contribuciones enviadas por los venezolanos disminuyeron en un 75% y se estima que en todo 2020 caigan a la mitad. (Enlace)

Al mismo tiempo, los Estados Unidos mantienen en el Caribe un operativo multinacional contra el narctoráfico que ha logrado (Enlace) la incautación de grandes cargamentos de drogas que se vincular con los cárteles de la droga aliados del régimen venezolano.

 

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