ANÁLISIS: Por qué los chilenos rechazaron la nueva Constitución progresista de Boric
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Los críticos argumentaron que el proyecto de documento -que comprende 388 artículos- iba demasiado lejos, consagrando una larga lista de derechos e igualdades inviables en la ley que ahuyentarían a los inversores y conducirían al caos.
Redacción | TIME
Tras un proceso de redacción y negociación de un año de duración, los votantes chilenos rechazaron el domingo una nueva Constitución que fue aclamada como uno de los documentos más democráticos y de izquierdas del mundo. La derrota -que supuso el rechazo de casi el 62% de los votantes, frente al 38% que lo respaldó- fue un golpe político para el Presidente del país, Gabriel Boric, de 36 años.
Boric, que había apoyado considerablemente la nueva Constitución, dijo que los resultados mostraban que los chilenos «no estaban satisfechos con la propuesta constitucional que presentó la convención». Ha prometido redactar otro texto y aprovechar las lecciones aprendidas tras su fracaso.
Aunque los sondeos sugerían desde hace tiempo que los chilenos rechazarían la nueva constitución, la mayoría quiere sustituir la actual, que el ex dictador Augusto Pinochet introdujo en 1980. Los críticos dicen que la constitución de la era de Pinochet ha afianzado un modelo económico neoliberal -que promueve el capitalismo de libre mercado y la desregulación- que ha llevado a una gran desigualdad.
En 2019, la frustración pública por la desigualdad estalló tras una propuesta de subida de las tarifas del metro, con 3 millones de personas saliendo a la calle en protestas masivas. Para sofocar lo que se conoció como el «estallido social», el gobierno inició el proceso de sustitución de la Constitución de Pinochet por un nuevo texto.
El proyecto propuesto -resultado de más de un año de negociaciones y redacción por parte de 154 delegados elegidos- pretendía desechar una constitución que muchos consideraban un obstáculo para reformar los sistemas político y económico implantados por Pinochet. Pero los críticos argumentaron que el proyecto de documento -que comprende 388 artículos- iba demasiado lejos, consagrando una larga lista de derechos e igualdades inviables en la ley que ahuyentarían a los inversores y conducirían al caos.
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Entre ellos, los derechos a la libertad de expresión, al aborto, al aire y al agua limpios, a un servicio nacional de salud financiado con fondos públicos y a una representación política y profesional equitativa para las minorías. Estas protecciones fueron respaldadas por muchos votantes, afirma Gabriel Negretto, profesor de política de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). «Los chilenos han criticado durante mucho tiempo la falta de acceso a la vivienda, a una buena sanidad, a la educación y a las pensiones», dice. «Eso ha sido una constante durante muchos años, y el estallido social de 2019 simplemente lo hizo visible».
El problema con el borrador fue menos el contenido, explica Kenneth Bunker, analista político y director de la consultora de encuestas Politico Tech Global, y más el proceso de redacción en sí. Algunos chilenos sostienen que los delegados no eran representativos de la sociedad chilena: la mayoría procedía de bloques políticos de izquierda o de independientes con una tendencia política similar. Las cuotas garantizaban una participación indígena en el proceso proporcional al tamaño de la población, pero estos delegados no representaban las opiniones más conservadoras de muchos indígenas chilenos, afirma Bunker.
La mala conducta de algunos de los delegados elegidos, la desinformación y los intentos deliberados de los delegados de derechas de retrasar el proceso también socavaron la confianza pública en el mismo.
El entorno político y económico que rodea a la reescritura también perjudicó las posibilidades de la Constitución, afirma Bunker. La inflación está en su punto más alto de los últimos 28 años, el valor del peso está en su punto más bajo y la delincuencia violenta está aumentando en Chile, con un índice de aprobación de Boric del 38%. «Hay una sensación de que todo va mal», dice Bunker. El rechazo del proyecto de Constitución fue más un «voto de castigo» dirigido a Boric, añade, que al texto en sí.
Las crisis económicas que afectan a Chile pueden distraer a Boric del proceso constitucional en adelante, dice Negretto, de la PUC. «A Boric le queda mucho tiempo en su [mandato presidencial], y hay muchas cosas que resolver… ¿va a poner el gobierno toda su energía en un nuevo proceso? ¿O ahorrará su tiempo y recursos para resolver otros problemas del país?».
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Pero si Boric consigue convencer tanto a los votantes como a los legisladores de que es esencial otra reescritura constitucional para abordar cuestiones clave, podría dar la vuelta al rechazo a su favor. «Ahora tiene la oportunidad de empezar de cero», dice Bunker. Un futuro intento podría basarse en los elementos positivos de la antigua constitución y en nuevas ideas, añade Bunker.
Antes de la votación, Boric dijo que un nuevo proceso de reescritura «continuaría en los términos decididos por el pueblo de Chile», en el caso de que fuera rechazado. Se convocarán elecciones para una nueva asamblea de delegados que inicie el proceso desde cero, pero no está claro cuánto tiempo llevará.
En última instancia, lo que a muchos votantes les puede importar es el simbolismo que conllevaría una nueva constitución. Alrededor del 60% de la Constitución actual está formada por enmiendas, lo que la hace muy diferente a la que se presentó bajo el mandato de Pinochet. «No es la constitución de Pinochet, pero seguimos pensando que lo es», dice Bunker. «Es una cuestión de legitimidad de su origen».
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