Análisis

Las formas de lavar dinero del narcotráfico mexicano

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Las formas de lavar dinero del narcotráfico mexicano

A diferencia de los delitos asociados con el narcotráfico, existen muy pocos estudios que arrojen luz sobre cómo funciona el complejo mundo del lavado de dinero.

Redacción | Primer Informe 

Un artículo escrito por la politóloga Cecilia Farfán da cuenta de las formas de lavar dinero utilizadas por las organizaciones de tráfico de drogas de Sinaloa, los Arellano Félix, La Familia Michoacana y Los Zetas, quienes conforman la mayor parte del narcotráfico mexicano.

El artículo titulado “La Estructura de las Organizaciones de Tráfico de Drogas y prácticas de lavado de dinero: una hipótesis de tolerancia al riesgo”, examina cómo estas organizaciones mexicanas lavan su dinero de procedencia ilícita. 

Más concretamente, en qué actividades lícitas se involucran y qué elementos toman en consideración.

Farfán es jefa de investigación en programas de seguridad en el Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California, en San Diego.

Además es investigadora afiliada del Centro de Estudios sobre Seguridad, Inteligencia y Gobernanza del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

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Una nueva perspectiva de lavado

El trabajo de Farfán además de mostrar las formas de lavar dinero del narcotráfico mexicano, también muestra una nueva perspectiva pocas veces estudiada, según la información publicada por The Conversation.

Destaca porque pone a disposición del público los métodos específicos de lavado de dinero que hasta hace poco sólo se conocían en las Cortes de justicia de Estados Unidos. 

En el plano teórico, también supone una contribución importante al ofrecer un enfoque que permite una mejor comprensión sobre el comportamiento y la toma de decisiones de organizaciones de tráfico de drogas (OTD).

La Familia Michoacana y su lavado a través de la música

En el año 2010, la extinta Procuraduría General de la República en México (PGR), acusó a los miembros de la organización Familia Michoacana de lavar sus ganancias ilícitas a través de conciertos musicales en ferias musicales en ferias locales tanto en México como en EEUU.

Según Farfán, se trata de un método tolerante al riesgo.

Los registros públicos analizados por Farfán denuncian que esta organización contrataba grupos musicales para tocar en los Estados Unidos. 

Lo que levantó sospechas de las autoridades norteamericanas es que, a pesar de que estos conciertos tienen un costo promedio de 50 mil dólares, los grupos representados por esta organización firmaban contratos por medio millón. 

Una vez que el grupo regresaba a México, la banda llevaba el dinero en efectivo, después de haber pagado impuestos en Estados Unidos.

La estabilidad del acuerdo entre la OTD y los grupos musicales

En su artículo Farfán detalla que el acuerdo entre ambas partes es una estrategía poco estable.

Una vez que los grupos adquieren fama y no necesitan del dinero de la organización, buscan independizarse del crimen organizado. 

Sin embargo, eso es prácticamente imposible pues en las últimas décadas han quedado documentados casos de asesinatos cuando los músicos intentan cortar lazos con la organización. Si se intentan desligar, son ejecutados.

Fue lo que le pasó al vocalista del grupo K-Paz de la Sierra, Sergio Gómez, quien apareció muerto en 2007.

De acuerdo a las investigaciones judiciales revisadas por Farfán, uno de los administradores principales de la Familia Michoacana, Nazario Moreno, alias “el Chayo” o “el más loco”, ha sido señalado de haber ordenado el asesinato de Gómez. 

El cuerpo del cantante mostró señales de tortura y quemaduras severas en el área genital.

En 2012, señala el artículo, en Los Ángeles (California), una mujer ligada a la organización de la Familia Michoacana fue arrestada y extraditada a México. 

Ella supervisaba la entrega de drogas ilícitas que llegaban al puerto de Long Beach, escondidas en cajas de aguacate y latas de guacamole. 

Una vez que las drogas eran vendidas, ella blanqueaba el dinero a través de grupos musicales, entre ellos Los zafiros, Los hermanos Salgado, Los hermanos Gil, La dinastia Tuzantla y Trini y su leyenda.

Los Zetas y las carreras de caballo

Una de las formas de lavar dinero más usadas son las carreras de caballos. Esta estrategia funciona porque las ganancias que se obtienen por esa vía son lícitas y también porque es posible arreglar las apuestas. 

La organización de Los Zetas, describe la investigadora, recurrió a las carreras de caballos para limpiar sus recursos ilícitos. Lo hizo de una forma que muestra falta de cuidado y una gran disposición a tolerar altos niveles de riesgo. 

Los datos recabados por Farfán muestran que hacían ostentación del dinero que lavaban, incluso después de varios encuentros con las autoridades.

En 2009 el líder de Los Zetas, Miguel Treviño, alias “El Z-40”, creó la corporación Tremor Enterprises en Lexignton, Oklahoma. 

Dos años después se estableció una compañía de responsabilidad limitada, Zule Farms. Estas empresas tenían por objeto comprar, entrenar, criar, vender, y hacer carreras con caballos de cuarto de milla (quarter horses).

Los nombres Tremor Enterprises y Zule Farms son relevantes, ya que el nombre Tremor viene de la combinación de los apellidos Treviño Morales, de los hermanos Treviño Morales y en particular de su líder, Miguel. 

Zule Farms se deriva del primer nombre de la esposa de José Treviño, hermano de Miguel.

La decisión de José Treviño de entrar en el negocio de las carreras de caballos parecía ser una buena opción para establecer un negocio legítimo donde lavar dinero en Estados Unidos. 

José obtuvo la ciudadanía estadounidense, adquirida a través de su matrimonio con una ciudadana de ese país, y no tenía antecedentes criminales. 

No obstante, la relación de José con Miguel era bien sabida por las autoridades en Estados Unidos, quienes reforzaban las inspecciones de seguridad cada vez que José cruzaba la frontera.

El artículo destaca que los hermanos Treviño Morales usaron nombres reales en las empresas que iban a lavar dinero, a pesar de que sabían que las autoridades estadounidenses los tenían vigilados. 

Esas empresas acumularon grandes cantidades en poco tiempo y levantaron sospechas. Por ejemplo, después de la primera carrera en la que Tremor Enterprises ganó, José depositó las ganancias de 435 mil dólares en un banco estadounidense.

Además, Miguel Treviño empezó a gastar mucho, comprando caballos por estridentes cantidades en subastas en plena época de recesión económica en Estados Unidos. Y José concedió varias entrevistas donde hablaba de sus éxitos en las carreras. 

A diferencia de los miembros de la organización de Sinaloa, cuyas fotografías son escasas, la familia Treviño Morales voluntariamente apareció en revistas de caballos. Parecía que, más que esconderse, lo que buscaban era presumir de su éxito.

Las casas de cambio de los Arellano Félix

A diferencia de la Familia Michoacana y los Zetas, la organización de los hermanos Arellano Félix, cuya estructura es identificada por Farfán como jerárquica, escogía métodos de lavado de dinero poco tolerantes al riesgo.

En el verano del 2013, Eduardo Arellano Félix, alias “El Doctor”, fue sentenciado a 15 años de prisión por cargos de lavado en una corte federal de San Diego. 

Eduardo fue acusado desde 1998, junto con sus hermanos Alberto, Benjamín, Francisco Javier, y otros socios, por cargos de tráfico de drogas. En 2002 enfrentó cargos por estafa, conspiración para distribuir e importar marihuana y cocaína y por lavado de dinero.

La investigadora resalta que en la acusación los fiscales especificaron los roles que Eduardo desempañaba en la organización criminal. 

Sin embargo, su rol en el lavado de dinero era, y sigue siendo, poco clara. Y esta incongruencia llevó a la autora a investigar más a fondo: si no era Eduardo, ¿quién blanqueaba los ingresos ilícitos de los Arellano Félix?

Investigaciones posteriores identificaron a Ivonne Soto Vega, alias “La Pantera”, como una de las encargadas de lavar dinero para esta organización. 

Lo hacía desde la ciudad de Tijuana, en el estado norteño de Baja California. Ya en julio del 2001, la PGR en México la había identificado en ese rol. Sin embargo, en el 2005, una corte de circuito en México determinó que no había suficiente evidencia en su contra, así que Ivonne Soto fue puesta en libertad.

El cártel de Sinaloa y su negocio con el oro

En febrero del 2015, 31 individuos fueron arrestados en Estados Unidos por cargos de lavado de dinero por la cantidad de 98,7 millones de dólares para la organización de Sinaloa.

La denuncia indica que estas personas juntaron 101 millones de dólares en ingresos por la venta de drogas. De ellos, 98,7 millones fueron usados para comprar oro, 1,4 millones fueron confiscados por las autoridades y aproximadamente medio millón fue transferido a una cuenta bancaria.

De acuerdo con las autoridades estadounidenses, estas personas lavaban dinero de la organización de Sinaloa comprando piezas sueltas de oro y oro refinado. Después lo revendían a joyerías localizadas en su mayoría en Florida. Finalmente transferían el dinero a México.

Con el fin de amortiguar los riesgos, Sinaloa diferenciaba funciones y roles incluyendo operaciones de recolección de dinero, operaciones de contrabando de dinero en grandes cantidades y operaciones que incluían comprar oro.

En una transacción estándar, un corredor de la organización de Sinaloa le otorgaba un número de teléfono a un socio junto con una contraseña que tendría que decir al individuo que respondiera el teléfono. 

La contraseña se usaba para confirmar que ambas partes estaban ejecutando una transacción acordada previamente entre el corredor y la organización de Sinaloa. 

Si la contraseña y el nombre no cuadraban, la recolección no se realizaba y el comprador contactaba al corredor para acordar una nueva fecha o bien cancelar la operación completamente.

Una vez que el mensajero entregaba el dinero, la persona que lo recibía lo usaba para comprar oro y mandarlo a refinerías previamente acordadas en Florida y ocasionalmente en California. 

El oro se mandaba usando sobres prepagados con números de rastreo que se le daban al corredor vía email. Una vez que el oro había sido mandado, el corredor y el remitente confirmaban el precio para estimar el pago por los servicios prestados, usualmente entre 1 y 2 por ciento del total del dinero lavado.

El precio al contado era generalmente verificado por un miembro de la organización de Sinaloa, que se lo confirmaba al corredor. En algunas ocasiones, cuando el miembro de la organización no estaba de acuerdo con el precio que establecía el corredor, era el corredor y su equipo quienes absorbían los costos.

Debido a la naturaleza ilegal del negocio, la entrega del dinero entre el mensajero y el comprador de oro se realizaban en lugares públicos, generalmente estacionamientos durante el día, permitiendo a ambas partes intercambiar el dinero sin levantar sospechas. 

El dinero nunca se contaba en público y era transportado en bolsas de plástico de supermercados comunes para no llamar la atención.

La autora concluye que este método de lavado de dinero es adverso al riesgo para la organización, ya que quienes corren el mayor riesgo son los individuos involucrados en la operación. 

Sin embargo, para Sinaloa el riesgo es menor, ya que de ser capturados los corredores o mensajeros, las cantidades de dinero pérdidas serían menores.

 

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