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ANÁLISIS: La lavada de imagen de Gustavo Petro está llena de mentiras

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ANÁLISIS: La lavada de imagen de Gustavo Petro está llena de mentiras

«Lo más increíble de todo es que haya negado a Chávez, porque sabe que le hace daño su íntima amistad con la dirigencia de una Venezuela carcomida por la pobreza y la corrupción», dice el analista sobre la refrescada imagen de Gustavo Petro.

Néstor Humberto Martínez Neira | El Tiempo

En la entrevista que concedió Gustavo Petro el fin de semana pasado a Vicky Dávila destapó sus cartas de lo que será su estrategia comunicacional para el proceso electoral que se avecina. Sabe bien que su figura y sus ideas causan miedo. Y ahora quiere transmitir confianza acudiendo al engaño y la mentira. Por mucho esfuerzo que haga, le será muy difícil.

Por su carácter y sus convicciones, nadie le cree que realmente será un gobernante ajeno a las pasiones extremistas y que su modelo de productividad esté basado en un sistema de libre empresa. Bastaron sus anuncios. Y en el reportaje, el estadista se esfumó cuando le recordaron su pasado guerrillero y el episodio de los fajos de dinero, que recogió vorazmente en la penumbra.

Como nadie está haciendo política, no hay quien lo desenmascare, a pesar de que mintió una y otra vez en la entrevista. Lo hizo en asuntos de fondo y en otros menores, como cuando quiso mostrarse cercano a la Iglesia, reivindicando la remodelación del templo del Voto Nacional, a pesar de que fue obra de Peñalosa. Y se representó como el estudiante más inteligente, no obstante las mediocres calificaciones en su universidad, que circulan en redes.

Manifestó que está contra los corruptos “que llevan gobernando dos siglos”. Pero acepta en su campaña al que se le acerque, sin mirar su pasado; calló que su familia ha tenido vínculos con el famoso Álex Saab y no mencionó que los escándalos de corrupción durante su alcaldía llevaron ante la justicia a varios de sus secretarios, a la cúpula del Acueducto y de Aguas de Bogotá, a la directora de mantenimiento vial, a alcaldes locales… en fin, no caben los dedos de la mano para relacionarlos. Lo peor: en su momento minimizó la corrupción de su administración, al aceptar que si en la alcaldía se robaba era “por las esquinas”.

Con el fin de no generar sospechas en materia de lucha contra el narcotráfico, se mostró amigo de la extradición. Pero en un informe de EL TIEMPO, del 19 de febrero de 2006, Gustavo Petro aceptó que promovería su eliminación.

Para minimizar el episodio del ‘Petrovideo’, sostuvo que el CNE lo archivó por no encontrar “ningún hecho irregular”. Falso. El CNE decretó la caducidad, porque el hecho ocurrió en el 2005. Que se sepa, la investigación penal continúa en la Corte Suprema de Justicia.

Para mostrarse amigo de la libre empresa, puso como ejemplo lo que hizo en Bogotá. ¿Acaso se refería a la persecución de que fueron objeto los empresarios del aseo?

Como el que ha sido no deja de serlo, para defender a sus compinches calumnió a la justicia colombiana, afirmando que se entrampó a ‘Santrich’ mediante cocaína de propiedad de la Fiscalía, a pesar de que esta le manifestó por escrito, a finales del año pasado, que “no es cierto que la sustancia estupefaciente provino de la Fiscalía General de la Nación”.

Lo más increíble de todo es que haya negado a Chávez, porque sabe que le hace daño su íntima amistad con la dirigencia de una Venezuela carcomida por la pobreza y la corrupción. ¿De verdad nunca comulgó con su ideario político, como lo afirmó? Nunca olvidaré que en la noche del 17 de diciembre de 1998 se le ofrecía una cena palaciega al presidente electo Hugo Chávez. Siendo las 10 de la noche, Pastrana me solicitó, como ministro del Interior, que le ayudara a ubicar a Chávez, para que no terminara la invitación en un desaire público. Lo encontré con Petro y otros dirigentes del M-19, encerrado en un salón del Capitolio. Discutían cómo lograr el “sueño bolivariano”. Al recordarle a Chávez que se le esperaba para la cena, me contestó que su principal compromiso era con su hermano Petro, quien lo había recibido años atrás en Santa Marta y lo había mantenido en una pensión, con ocasión de su exilio. Antes de salir hacia la Casa de Nariño, Chávez y Petro se abrazaron y juraron llevar el comunismo a los dos países. Chávez cumplió y Petro anda en eso. ¿Lo podrá ocultar?

Este artículo fue publicado originalmente en El Tiempo, bajo el título de ‘Petro miente sin sonrojarse’.

 

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