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Detrás de la manipulación propagandística de China y Cuba sobre el Coronavirus

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Detrás de la manipulación propagandística de China y Cuba sobre el Coronavirus

China y Cuba han estado complementando su propaganda con la llamada «diplomacia médica», que parece servir como puerta de entrada para mejorar su posicionamiento estratégico en América Latina, y desprestigiar a Estados Unidos.

Joseph Humire * | Instituto Gatestone

La creciente evidencia de que el SARS-CoV-2 podría haberse originado en un laboratorio de Wuhan está provocando una intensa batalla global de credibilidad entre Washington y Beijing. Sin embargo, la República Popular de China (RPC) ya ha estado luchando en esta guerra a través de una agresiva campaña de desinformación contra los EE.UU. en varias partes del mundo, incluida América Latina.

Desde que dos coroneles chinos advirtieron en 1999 que el país estaba involucrado en una «Guerra sin restricciones» contra Estados Unidos, el gobierno de EE.UU. ha estado en alerta ante la amenaza que representan las ofensivas de China en todo el mundo.

En América Latina, esta influencia está determinada por el compromiso económico: China ha extendido la región más de $142 mil millones en préstamos bancarios como parte de la política exterior china desde 2007. Casi la mitad de estos préstamos fueron a Venezuela, ahora en bancarrota, donde el régimen de Nicolás Maduro se ha unido a China y otros al acusar a los Estados Unidos de manipular el virus como arma de guerra biológica.

Ese comportamiento beligerante fue seguido por una «ofensiva de encanto» médico por parte de China y Cuba, que han estado enviando doctores, suministros médicos y equipo de protección personal (EPP) a varios países en su órbita geopolítica. Incluso el empresario y filántropo chino Jack Ma, fundador de Alibaba y uno de los ciudadanos más ricos de China, se ha comprometido a donar dos millones de máscaras y 400,000 kits de prueba a 24 países de América Latina.

La campaña masiva de relaciones públicas de China parece ser un esfuerzo para borrar el estigma que se ganó al permitir que COVID-19 se propagara por todo el mundo; y luego en enero, tratando de encubrir su engaño utilizando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como portavoz para indicar incorrectamente que el virus no era transmisible de persona a persona. Desde entonces, el virus se ha extendido a 184 países y ha causado más de 200,000 muertes además de una enorme devastación económica.

Actualmente, China está tratando de convencer a 14 países de todo el mundo, incluidos España, Italia y las naciones latinoamericanas, de que es parte de la solución para combatir COVID-19 y no la fuente del problema. Sin embargo, es discutible si esta ofensiva de encanto funcionará o no, dado que el «superciclo de materias primas» de China terminó hace varios años y que China ha reducido los préstamos a América Latina por cuarto año consecutivo. Se unen a China Rusia, Irán, Cuba, Nicaragua y Venezuela, quienes también están utilizando sus medios controlados por el estado para propagar los «puntos de propaganda» de China sobre el COVID-19 en español, portugués y otros idiomas indígenas como el aymara y el quechua, en América Latina, donde constantemente afirman que el virus se originó en los Estados Unidos.

China y Cuba van a la ofensiva

Desde el comienzo de la pandemia del COVID-19 en noviembre o diciembre de 2019, ha habido una falta de transparencia por parte de Beijing sobre el origen y las características del virus. China y sus aliados latinoamericanos han estado intentando agresivamente de convencer al mundo de que Estados Unidos es secretamente la fuente del virus y que China es el único país que puede salvarlo. Esta propaganda estatal se refuerza a través de un ejército digital de aproximadamente dos millones de trolls de internet respaldados por el estado chino, llamado «Wu Mao» o ejército de los «50 centavos», llamado así por la cantidad que paga China por cada mención procomunista china en internet.

Un tweet reciente del ministro de Educación de Brasil, Abraham Weintraub, que sugiere fuertemente que China estaba detrás de la pandemia global, desencadenó una cadena de trolls «Wu Mao» en las redes sociales, que atacaron al gobierno de Bolsonaro. A este bombardeo siguió una respuesta formal de Beijing, que le pidió al ministro que retractara sus comentarios y criticó abiertamente a la familia Bolsonaro. Durante esa disputa diplomática, no por casualidad, comenzaron a surgir rumores de que el presidente Bolsonaro había sido dejado de lado por su ejército y reemplazado por su jefe de gabinete. Este tipo de noticias falsas, típicas en este momento, ha sido amplificado por medios de comunicación extranjeros, como Prensa Latina de Cuba y Telesur de Venezuela.

China y Cuba han estado complementando su propaganda con la «diplomacia médica», que parece servir como puerta de entrada para mejorar su posicionamiento estratégico en América Latina. Los esfuerzos incluyen propaganda agresiva, como la falsa noticia de que Cuba tiene la cura para el coronavirus. El mensaje se difunde en español a través de las redes sociales y las plataformas de mensajería. Mientras tanto, Cuba ha enviado misiones médicas, dirigidas por médicos que son evidentemente víctimas de trata de personas, a Panamá, El Salvador, Nicaragua, Belice, Venezuela, Perú, Bolivia, Argentina y Brasil.

Diplomacia conjunta «médica»

Una piedra angular de la política exterior y la economía de exportación de Cuba, la Brigada Médica Internacional Henry Reeve, ha sido una de las herramientas de poder más efectivas del régimen comunista. Fundado por el difunto dictador cubano Fidel Castro y actualmente desplegado en más de 60 países diferentes, ha estado recaudando más del 30% de los ingresos totales de exportación de Cuba. Estas misiones médicas también establecen una red internacional que fortalece la presencia de inteligencia de Cuba.

A medida que las muertes relacionadas con COVID-19 aumentaron por miles, Cuba envió una brigada médica de 52 efectivos el 22 de marzo al distrito italiano de Lombardía, para unirse a un equipo médico chino. Para entonces, China ya había enviado dos delegaciones de médicos a Roma y Milán.

Tres semanas más tarde, el 14 de abril, 38 especialistas médicos cubanos adicionales de la Brigada Henry Reeve llegaron a Italia después de que se realizó una solicitud a través de la Embajada de Cuba en Roma. Pero, según lo citado más tarde por una periodista italo-venezolana, Marinellys Tremamunno, «no todo lo que brilla es oro». En un diario italiano, La Nuova Bussola Quotidiana, comentó que los médicos cubanos eran caros e ineficaces y sugirió que la campaña de relaciones públicas en torno a los profesionales médicos cubanos era parte de un plan ideológico para mejorar el control social en el país.

El equipo médico cubano y chino también se extendió a España, donde, el 30 de marzo, poco después de que el ministro de Salud de España, Salvador Illa, anunciara la compra de $467 millones en suministros médicos de China, 39 médicos cubanos fueron enviados a la vecina Andorra. El envío de un fabricante chino incluyó pruebas COVID-19 de «resultado rápido» que estaban defectuosas, y tuvieron que ser devueltas.

En Venezuela, durante la última quincena de marzo, un contingente de más de 130 médicos cubanos aterrizó en Caracas para ayudar al régimen de Maduro a contener el coronavirus. Como de costumbre, los médicos cubanos se unieron a un equipo médico chino, que llegó a Venezuela el 30 de marzo, acompañado de suministros médicos y kits de prueba COVID-19 que llegaron por cortesía de un vuelo desde África. En lugar de utilizar el apoyo médico de China para el pueblo venezolano, el régimen de Maduro envió algunos de estos kits de prueba de coronavirus al Caribe.

Venezuela también recibió 10,000 dosis de Interferón Alfa-2B de Cuba, una supuesta «droga maravilla» antiviral que Cuba y China han estado promoviendo como parte de su propaganda mundial de coronavirus.

«Gran Farma» chino-cubana

Cuba ha estado promocionando su medicamento Alfa 2B como una posible cura para COVID-19 en las plataformas de medios estatales, que actúan como «loros» a favor de China. Estas atribuciones de Cuba provocó recientemente a las autoridades de salud de Sudáfrica a rechazar un llamado del sindicato de trabajadores de su país para adquirir más Alfa 2B, después de que un alcalde local anunció que quería usar fondos de emergencia para obtener la «vacuna» contra el coronavirus de Cuba. La propuesta llevó a un portavoz sudafricano a advertir que «todavía no hay cura para el virus asesino».

Cuba comenzó a trabajar con el Interferón en 1981 para tratar el dengue y luego estableció el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de La Habana, que creó el compuesto Interferón Alfa 2B. Sin embargo, no fue sino hasta 2003, cuando la empresa conjunta chino-cubana, Changchun Heber Biological Technology S.A., completada en 2007, que esta «droga maravilla» cubana comenzó a producirse en masa en China. En ese momento, se estaba utilizando para tratar afecciones como la hepatitis B y C.

En noviembre de 2019, Cuba priorizó la expansión de su comercio de biotecnología con China. Cuba realizó diez transferencias de tecnología y estableció tres empresas conjuntas adicionales. Liderando el camino estaba el conglomerado farmacéutico cubano BioCubaFarma S.A., la compañía que produce el medicamento Alfa 2B. A fines de febrero, en medio de COVID-19, Cuba y China inauguraron una de sus nuevas empresas conjuntas con el primer centro de innovación biotecnológica, con especialistas cubanos del CIGB, en la provincia central china de Hunan, a solo 300 millas de Wuhan. China todavía está realizando ensayos clínicos del antiviral Alfa 2B como tratamiento para COVID-19.

Los medios estatales cubanos adoran jactarse de que la exportación de Alfa 2B está en demanda en más de 15 países y se ha utilizado para curar 1,500 casos del coronavirus en China. Lo que realmente está exportando es la propaganda en torno a la droga. Varios recortes de «noticias» fabricados han aparecido en las últimas semanas en las redes sociales españolas diciendo que Cuba tiene una cura para COVID-19. Esta propaganda está siendo difundida por los aliados de Cuba en la «red bolivariana» dirigida por el venezolano Nicolás Maduro.

El efecto de la cámara de eco bolivariana

Al ver una oportunidad para impulsar el apoyo público global a sus aliados,  el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela y sus aliados bolivarianos, Rafael Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia, establecieron una cámara de eco en América Latina para hacer propaganda en torno a COVID-19.

Ecuador, quizás el país sudamericano más afectado por el virus, ha sufrido una de las tasas de mortalidad más altas de la región. La situación presentó una oportunidad para el ex presidente y ahora criminal condenado, Rafael Correa, de difundir videos de cuerpos de coronavirus incinerados que fueron quemados por presunta falta de atención por parte del actual gobierno de Ecuador. Esta noticia falsa fue rápidamente desmentida por la ministra del Interior de Ecuador, Maria Paula Romo, quien dijo que la policía visitó los sitios y encontró solo llantas y sofás quemados.

El boliviano Morales, mientras estuvo en Argentina, declaró:

«Siento que esta es una guerra biológica y económica entre las grandes potencias. Ahora estamos viendo que Estados Unidos no es una potencia mundial, ya que tiene que pedir ayuda a Rusia y China … Creo que China ganó la tercera guerra mundial, sin disparar un tiro».

Fuera de Asia, los primeros países afectados por el coronavirus, Italia, Irán y España, son aliados políticos de China y partidarios de Maduro en Venezuela. En marzo, China y Cuba enviaron rápidamente equipos médicos a esos países para tratar de controlar la narrativa, beneficiarse de la pandemia y ampliar su llamado «éxito» en la lucha contra el virus.

Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, el hemisferio occidental comenzó a despertar ante quizás la peor pandemia en un siglo. Justo cuando los EE. UU. y América Latina comenzaron a ver un crecimiento exponencial de COVID-19 y adoptaron medidas de mitigación fuertes para frenar la propagación del virus, China, Cuba, Venezuela y sus aliados comenzaron a librar otro tipo de guerra con mentiras, media verdades y propaganda agresiva para deslegitimar a los Estados Unidos en América Latina.

(*) Joseph M. Humire es el director ejecutivo del Centro para una Sociedad Libre y Segura (SFS) y miembro distinguido del Instituto Gatestone. Este artículo ha tomado extractos del VRIC Monitor, una publicación mensual de SFS sobre la red transregional de amenazas de Venezuela, Rusia, Irán y China.
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